Bichos

Me gustan los animales. Menos los insectos, claro. A quién le pueden gustar las cucarachas asquerosas, los sucios mosquitos o las moscas zumbonas. Me dan miedo las serpientes y escorpiones. También debo confesar que los monos resultan algo atrevidos para mi gusto. Tolero a las ranas y lagartijas pero no soporto los gusanos y los peces me parecen aburridos. A decir verdad, sólo me gustan los gatos y algunos perros, si no se les cae mucha baba ni tienen mal aliento. Y los leopardos también, siempre que sea a través de un teleobjetivo.

En casa, que no me gusta compartir con seres no-humanos, tengo siempre a mano mata-bichos varios: mata mosquitos, cucarachas, moscas, polillas, pulgas y hormigas. Debo reconocer que, viviendo en el calor pegajoso de Miami, la guerra contra los insectos la tengo perdida; lo que no quita que gane alguna batalla que otra, de cuando en vez.

En mi rábida persecución de bichos, a veces me olvido que en casa tengo a dos atentos espectadores de mis actos (uno de ellos no es O., que a esta altura, sólo me corre para el lado que disparo). Hace unos días, mientras preparaba el desayuno y me despegaba la almohada de la cara, Maxi anuncia, con extrema emoción:

–      ¡Mamá! ¡Mirá, mirá, un gusano!!

Miro al piso de la cocina y veo un gusanito negro escondido detrás de  la pata de la silla, seguramente aterrorizado por los gritos de Maxi.

–      ¡Matalo, mamá! ¡Echale veneno!

Mmmm… Mi sueño de tener un hijo conservacionista y respetuoso de la vida se estaba desvaneciendo entre tarros de Raid. Decidí que era hora de pasar de ser madre-verduga a madre-misericordiosa y le dije:

–      Nooo, Maxi, ¿por qué lo vas a matar? Pobrecito, seguro que se perdió y su mamá lo está buscando en el pasto. Vamos a llevarlo afuera.

Y con mi mejor cara de póker, tragándome el asco con abundante saliva, agarré una palita, levanté al intruso y entre los dos lo llevamos al jardín. La verdad que el bicho apenas se movía; si se le hubiera ocurrido trepar, lo hubiera tirado con pala y todo al tarro de basura en un santiamén.

Lo dejamos en el medio del pasto y lo miramos escurrirse entre las hojas.

Con la satisfacción del educador modelo y el deber cumplido, sonreí y le dije a Maxi:

–      Ahora sí, ¡vamos a comer una tostada!

Maxi da una última mirada al sitio donde vimos al gusano por última vez, pega media vuelta hacia la casa y dice:

–      que asco…

Acerca de M

Mujer, Madre, Multi-uso, he vivido en Miramar, Mar del Plata, Madrid, Mallorca, Mexico y Miami, mis iniciales son MM. Como ven, la "M" tiene un papel fundamental en mi vida...
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4 respuestas a Bichos

  1. Claudia dijo:

    Y claro…. Hijo de la madre, o….. de tal palo tal astilla , para eso mi niña que si bien los bichos no son mi fuerte y nada bueno le he inculcado al respecto, al contrario porque cuando le pican se pone toda roja como na inmensa roncha, a ella le encantan TODOS los bichos, y los agarra con la mano, y nada le molesta…. Me pregunto saldrá a su padre???? porque a mi seguro que no y a mi amiga…..tampoco.

  2. M dijo:

    Jaja pero si vos te comias caracoles del jardin cuando eras chica!!!

  3. Nico Noël dijo:

    Jajajajjaj, no te imagino de camping a vos entonces… ajjajaja que te paso al bb messenger?

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